¡No contristes al Espíritu Santo!

Iglesia Presbiteriana Pacto de Cristo

El Espíritu Santo puede ser íntimo y personal, e insiste en serlo. No hay nada que el Espíritu Santo no reclame el derecho de examinar y decidir. El Espíritu Santo no está interfiriendo con mis hábitos; Él está haciendo su obra divina cuando trata con ellos. El Espíritu Santo tiene el derecho de examinar y decidir mi conducta, el flujo de hábitos, cualesquiera que sean. Cuando se convierte en una cadena de hábitos, se convierte en conducta, por lo que el Espíritu Santo tiene el derecho de examinar el flujo y la cadena de hábitos que se convierten en conducta.

El Espíritu Santo también tiene el derecho soberano perfecto para decidir sobre mis amistades. De todas las cosas que obstaculizan el crecimiento cristiano, creo que las malas amistades se acercan a la cima. El Espíritu Santo tiene el derecho perfecto de decidir mi vida amorosa y lidiar con el matrimonio, las ambiciones, los planes, las posesiones, el destino y todo lo que hago. Afirma y tiene derecho a tratar, examinar y decidir lo que haga y lo que soy. Ese es el bendito Espíritu Santo.

Él está aquí, pero es la persona olvidada de la Trinidad. Tratamos con Él como lo hacen los políticos con Abraham Lincoln: recurrimos a Él por un punto o lo citamos con reverencia, pero siempre pensamos en Él como si estuviera en otro lugar en algún momento remoto. Pero ni "otro lugar" ni "antiguo tiempo" pertenecen al Espíritu Santo. El Espíritu Santo está aquí y ahora.

Cualquiera puede creer en el Dios del día de Abraham. Cualquiera puede creer en el Espíritu Santo del milenio. Pero los creyentes creen en el Espíritu Santo ahora. Estamos en sus manos, nos guste o no, cualquiera que sea nuestro trasfondo o enseñanza religiosa, cualesquiera que sean los excesos que se hayan agrupado alrededor de la enseñanza y la práctica del Espíritu Santo, no podemos escapar del hecho de que estamos en manos de El espíritu santo. No puedes conocer a Jesucristo excepto cuando el Espíritu Santo te lo revela. Tú, por tu caída en Adán, estabas completamente ciego. Puedes conocer la historia de Jesús, pero nunca conocerás a Jesús si el Espíritu Santo no lo hace real para ti.